Quien no recuerda el incio del libro de Mario Vargas Llosa, "Conversación en La Catedral" y la famosa pregunta formulada por uno de sus personajes, "¿En qué momento se había jodido el Perú?":
Desde la puerta de La Crónica Santiago mira la avenida Tacna, sin amor: automóviles, edificios desiguales y descoloridos, esqueletos de avisos luminosos flotando en la neblina, el mediodía gris. ¿En qué momento se había jodido el Perú? Los canillitas merodean entre los vehículos detenidos por el semáforo de Wilson voceando los diarios de la tarde y él echa a andar, despacio, hacia la Colmena. Las manos en los bolsillos, cabizbajo, va escoltado por transeúntes que avanzan, también, hacia la Plaza San Martín. El era como el Perú, Zavalita, se había jodido en algún momento.
Esta pregunta que se hace Santiago Zavala, no sólo podría pertenecer a un peruano desilucionado de su país, puede ser formulada por cualquier ser humano, en cualquier momento de la historia, en cualquier parte del mundo. Es más aquí en U.S.A. ahora, muchos se formulan la misma pregunta, ¿En qué momento se jodido este país?. ¿Hubo acaso algún tiempo pasado que haya sido mejor?, esa es otra forma de formular la misma pregunta, ya que asumir que en algún momento algo se rompió de manera irreparable (jodio), implica que en algún momento anterior a ese, esto debió haber sido el paraíso en la tierra. Si nos molestamos en revisar la historia descubriremos que tal momento, en el cual todo era justo, noble y bueno, jamás ha existido y probablemente nunca exista. Entonces por qué todo el mundo hace tan suya esta pregunta, este post intenta dar una respuesta sencilla a un problema existencial bastante complejo.
La famosa pregunta "¿En qué momento se jodido el Perú?", se la formula todo joven cuando pasa de la inocencia de la temprana juventud a la dura realidad de la vida adulta, en el cual la hipocresía y los nervios bien templados, son sin duda un requisito para poder sobrevivir en un mundo plagado de trampas de todo tipo. No es que el mundo haya cambiado, es que nosotros cambiamos y comenzamos a ver el mundo diferente, es decir el vaso siempre estuvo a la mitad, ese es el hecho. Lo que pasa es que mientras en la niñez, adolescencia y temprana juventud lo vemos medio lleno, cuando maduramos irremediablemente lo veremos medio vacio, porque nos damos cuenta de nuestras humanas limitaciones y la terrible realidad de tener todas las apuestas en contra nuestra.
¿Podemos salvar al Perú de su suerte?, esta es en realidad otra pregunta retórica que esconde en realidad nuestra inseguridad de poder cambiar nuestro propio destino, y aunque pueda parecer pesimista en el 99% de los casos nuestro destino ya está determinado al nacer, por factores fuera de nuestro control como los genes que heredamos, la posición social de nuestros padres y el dinero con el contaba la familia al momento de nuestro nacimiento, todo esto ya marca la dirección que tendrá nuestra vida. Estaremos en ese 1% de seres humanos, que son mucho más grandes que sus limitaciones, que trascienden, que pueden cambiar su destino y muchas veces de todos aquellos que los rodean, lo cierto es que la gran mayoría no lo somos y culpar a otros y a nadie a través de la creación de una entidad llamada país, que encarna tanto lo bueno como malo, la frustración y la esperanza suele ser la forma más fácil de hacer nuestra existencia soportable. Después de todo quien puede vivir su vida sabiendo que no es ni lo suficientemente inteligente, fuerte, bello o rico, como para poder elegir un mejor destino, todos los demás estamos atados a esta prisión que es nuestra propia existencia, aunque no todos somos capaces de aceptar esta realidad y vivir con ella.
Tal vez con estos ojos, es con los que debemos ver este par de soliloquios de Segismundo, en "La Vida es Sueño":
Todos somos segismundos, culpables de haber nacido, condenados a un destino del cual es difícil escapar por nuestras propias limitaciones, pero sin embargo con la suficiente autoconciencia para soñar en un mundo más alla de nuestras prisión, en un mundo mejor (que tan sólo existe en nuestros sueños). Cómo soportar el encierro que es la realidad en la que hemos nacido, hay dos caminos. Uno es la negación ya sea a través de ignorar esta realidad o enfrentarla con furia, sin importar las consecuencias de nuestros actos, algunos llaman a esto rebeldía juvenil. La otra es la aceptación de nuestra porpia realidad y en vez de luchar contra nuestras limitaciones, abrazarlas y entender que son parte de lo que somos.
Debido a lo que les comenté líneas arriba, frases como "Yo, si puedo" o "¿En que momento se arregló el Perú?", son una forma de negación de la realidad, es querer volver a la dulce inocencia de la infacia, donde el mundo era lo que soñabamos y no lo que es. Pero la conciencia humana es como el tiempo o la entropía, se mueve en una sóla dirección. Por eso todo intento de hacer que las cosas vuelvan a ser, lo que ya no son y que nunca fueron (en la gran mayoría de los casos). Sólo significará un sueño agradable para unos pocos, pero una pesadilla insufrible para el resto.