El software se está comiendo los trabajos

Si, el título del post intenta traer a la memoria el famoso ensayo de Marc Andreessen "Why Software Is Eating The World", en el cual describe como empresas de software como Amazon, Facebook, Google o Netflix han tomado el mundo por asalto y en el proceso han creado riqueza (obviamente para sus dueños). Lo cierto es que aunque se trate de disimular que estamos experimentando una severa crisis de desempleo tecnológico, donde ya algunos roces son bastante evidentes como el caso de las protestas contra el famoso autobus de Google. Y es que la famosa frase "Destrucción Creativa" de Schumpeter, presentada como justificación por los defensores del statu quo tecnológico en estos días post-globales y post-peakoil, tienen más de destructivo que de creativo. Muchas de las ideas expresadas en este post las he tomado de un post escrito por Jon Evans para TechCrunch titulado "Es una vida maravillosa, para unos pocos de nosotros", él captura el malestar del actual momento para aquellos que están siendo directamente afectados por esta "tercera revolución industrial".

Primero déjame informarte que si sientes que no puedes encontrar un trabajo con una remuneración acorde a tus expectativas, por más que buscas en todo lado y te has llenado de títulos y diplomas, pues no eres el único. Todo el planeta (países desarrollados o emergentes) sufren la misma tragedia. El incremento de la productividad exacerbado por el estallido de las dos últimas burbujas y sus posteriores credit crunch, han hecho que las empresas produzcan cada vez más con menos y por lo tanto demanden ahora menos mano de obra que antes, lo malo no es eso sino que la tendencia se está acelerando. El caso del 55% del desempleo juvenil en España es un ejemplo de lo que está por venir en el resto del mundo, incluso países como Korea del Sur, que son grandes centros fabriles, sufren de índices de desempleo juvenil en ascenso.

¿Qué está pasando?

La explicación aunque sencilla no es placentera y está ligada al hecho de que nos encontramos en un mundo post-global en el cual todas las economías del planeta son interdependientes y por lo tanto nos encontramos en un juego de suma cero. Es decir nadie puede exportar, si es que no hay alguien que importe. Durante los 80 y la primera parte de los 90 ese rol le fue asignado al consumidor norteamericano (la clase media de trabajadores fabriles) y esa locomotora jaló a la economía mundial hasta que la desindustrialización de norteamérica y su conversión a una economía de servicios destruyó la clase media de trabajadores industriales. La solución fue entonces financiera y se procedió a una gran expansión del crédito que causó inflación en todos los bienes y servicios, es allí que se originó el boom de las materias primas, las burbujas punto com y la inmobiliaria.

Cuando explota la última burbuja inmobiliaria y se produce el consecuente credit crunch, la locomotora que jalaba la economía mundial terminó por colapsar debido a la inmensa deuda que acumuló durante los años del boom, la caída acelerada en la valoración de sus activos (sus casas) y la continua pérdida de su poder adquisitivo alimentada por un lado por la devaluación del dólar como consecuencia de la expansión de la masa monetaria para financiar el boom y por otro lado la congelación de sus ingresos producto de su trabajo durante los años del boom.

¿En dónde nos encontramos ahora?, pues en un mundo donde lo que sobra es capacidad productiva y lo que falta son consumidores. Es por ello que la prioridad para las empresas en estos momentos (las que desean sobrevivir) es continuar aumentando su productividad y estar listas para un agresivo downsizing. Esto como comprenderán no es bueno para nadie que desea vender su trabajo, claro a menos que dicho trabajo esté relacionado a la tecnología (no cualquier tecnología), una tecnología que permita aumentar la productividad y facilite una producción elástica (es decir reducir la capacidad instalada al mínimo y permitir que ésta se expanda de acuerdo a eventuales picos).

Pero como si la tendencia anterior no fuera lo suficientemente mala, existe otra fuerza que está empujando a las empresas a incrementar su productividad y esa es el peak-oil, ya hemos consumido la mitad de todo el petróleo que existe en el planeta y no tenemos una fuente alternativa de energía que sea capaz de reemplazar al petróleo (incluso en el mediano plazo), entonces lo único que queda claro es que le precio del petróleo continuará allí donde está o subirá más. Encareciendo el transporte y la producción de alimentos.

No es de extrañar que en este entorno el "software" este presente en casi todas las empresas como una de las herramientas claves para mejorar la productividad o incluso redefinir las reglas del negocio. Ejemplos como los de Amazon devorando todo el negocio de venta de libros o Netflix enguyendo el mercado de renta de películas son tan sólo dos ejemplos en los cuales el software redefinió un sector del mercado y puso a miles de personas en las calles. Pero esto es sólo el principio, cuando la robótica logre ser aceptada y la normativa legal lo permita veremos la desaparición de los conductores de autobuses y de trenes así como también les diremos adios a los pilotos de avión y los controladores aéreos. Veremos cómo los cajeros automáticos con capacidades de inteligencia artificial desaparecen millones de trabajos.

Pero en este mundo en una carrera loca por la mejora de la productividad extrema hay un subproducto muy nocivo que se llama desempleo tecnológico que pone más presión a la baja a las remuneraciones y en su conjunto hace que el mercado como un todo demande menos bienes y servicios, ya que cada vez menos personas pueden consumir como lo hacían antes. Eso en términos cotidianos significa que viviremos en un mundo de recesión perpetua.

Cómo se cita en el post de Jon Evans sobre cómo vivirán las personas que se vean afectadas por esta irreversible tendencia de destrucción de trabajos:

"Esto no es sólo un asunto de tener un trabajo precario o de estar entre trabajos con una duración limitada y con un mínimo de protección laboral, aunque todo esto esté muy extendido. Es el estar en un estatus que no ofrece un sentido de carrera o de identidad ocupacional, como tampoco ofrece beneficios por parte del estado y las empresas que varias generaciones anteriores … habrían esperado como sus derechos."

Entonces no es que el software se esté comiendo el mundo como de manera optimista pretende presentarnos Andreessen, es que la respuesta de nuestras sociedades a las dos grandes presiones existentes la post-globalización y el post-peakoil, es la intensificación del modelo de división del trabajo existente, algo que el antropólogo norteamericano Marvin Harris describió magistralmente en su obra Caníbales y Reyes.

¿Qué nos espera?

Definitivamente, no un final feliz. O al menos no en el corto plazo. La globalización trajo consigo la continua caída de los ingresos promedios de las clases medias europeas y norteamericanas, ya que puso al mismo nivel de competencia por un salario industrial a un chino, un vietnamita o un bangal con las clases obreras del mundo desarrollado en primer lugar, pero luego con la revolución generada por Internet, puso a las clases medias de empleados también a competir con call centers en países emergentes. La mayor oferta de mano de obra hizo que los sueldos promedios (el precio del trabajo) bajaran y como consecuencia los ingresos de las clases medias en los países desarrollados de desplomaran en términos reales desde que se inició el proceso globalizador a todo vapor luego de la caída del bloque soviético.

Pero, sin quererlo la globalización supuso un aumento en el consumo del petróleo, ya que los productos debían ser llevados desde donde se producían hasta donde se consumían. El peak-oil fue sin duda el mayor problema del modelo global, de allí que desesperadamente se esté buscando cómo aumentar más la productividad para que ésta asimile los ascendentes costos del transporte.

Para los países productores de materias primas (como el Perú), esto significa que verán sus ingresos caer de forma continua reflejando la caída del consumo en los países desarrollados. Ni Brasil, Rusia, India y China (los BRIC) con sus desiguales sociedades y sus profundas ingobernabilidades podrán reemplazar la pérdida del poder adquisitivo de las clases medias del mundo desarrollado que envejece rápidamente y cuyas nuevas generaciones no pueden encontrar un trabajo similar al que sus padres y abuelos algún día tuvieron.

Así como la globalización en su fase expansiva (con su inmensa creación de crédito) hizo que el dólar cayera frente a las otras monedas, esta nueva fase de contracción global (con su destrucción de crédito) hará que el dólar aumente su valor frente a las otras monedas, con lo cual las importaciones se encarecerán en USA y reduciendo éste sus importaciones con el consiguiente efecto recesivo en el resto del planeta. Aquí no termina todo, las deudas acumuladas en dólares en los años del boom por los países emergentes, pesaran mucho cuando la fase recesiva de la globalización nos golpee en el corto plazo (eso si es que ya no ha comenzado ha hacerlo).

¿Hay alguna esperanza?

Si, pero sólo si estás dentro del grupo que forma parte de este esfuerzo de intensificación del modelo (elevación de la productividad), eso pone en primera fila a los que trabajan en el sector tecnológico en general. Ojo, no todos los programadores tendrán un trabajo y ganarán sueldos de jugador del barsa, sólo aquellos que estén en áreas que ayuden a mejorar la productividad tendrán un trabajo y ganarán bien. Un ejemplo claro es aquellos con experiencia en desarrollo de aplicaciones masivamente concurrentes para big data (o lo que es lo mismo java freaks wink). Pero, no sólo ellos; si no programas para nada puede que estés dentro de esta élite de trabajadores que están dedicados a mejorar la productividad, si por ejemplo sabes cómo hacer ingeniería genética y puedes conseguir semillas que crezcan en medio del invierno.

Pero, a todas luces la herramienta más potente para mejorar la productividad que tenemos en este momento son nuestras computadoras y es de allí dónde se desprende que la programación de las mismas es un sector que continuará creciendo, pero como mencioné líneas arriba no todos los programadores son estrellas, sólo lo son aquellos que pueden mejorar la productividad.

¿Estamos preparados para esta nueva realidad en el Perú?, me temo que no lo estamos y lo que es peor, hemos mal gastado los recursos obtenidos en el tiempo de las vacas gordas y ahora que empieza el tiempo de las vacas flacas nos encontramos en el mismo punto donde empezamos.

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