Una mente brillante no significa un buen corazón

La noticia más importante de los últimos días para mi, no está relacionada con la manipulación de las bolsas de valores, la destrucción del valor de la moneda a nivel mundial o Google Zeitgeist, sino la historia de David Barksdale, un ingeniero de Google que aprovechó su posición para acosar menores de edad (la motivación sexual no es clara, aunque no se descarta), espiando en su cuentas de Google Voice (telefonia/SMS) y Google Talk (chat). Aquí algunos links donde leer más sobre este asunto:

Algo interesante que he descubierto es que si se google por el nombre "David Barksdale", lo primero que encontraremos es un link de wikipedia a un líden de pandillas de Chicago conocido como King David, supongo que esto es debido a que esto es algo reciente y los autómatas de Google aún no registran todo el jaleo que hay debido al caso del otro David Barksdale, el ingeniero que tuvieron que despedir.

Google, siempre nos cuenta que su proceso de selección de personal está basado en un conjunto de filtros que garantizan que ellos contratan a lo mejor de lo mejor, es más ayer Don Dodge (ex-Microsoft y ahora ferviente Googler) en su blog "The next big thing", nos comenta extensamente lo meticuloso, extricto y a prueba de fallos que resulta el proceso de selección de Google. Lo cual me parece bien, ya que por su posición, cualquier persona que trabaje en Google tiene acceso a muy importante y muchas veces privada información.

Una golondrina no hace verano, cualquier ser humano o institución (que al final es un conjunto de seres humanos), puede cometer errores; en este caso Google se equivocó al contratar a una persona que podría ser tecnicamente capaz, pero emocional y moralmente disfuncional. Un caso no pueder ser usado como una prueba de que Google está lleno de sociópatas, pero es una llamada de atención al hecho de que ahora somos más dependientes que antes de servicios como Facebook, Google Voice, Gmail o GTalk, que no están regulados y por lo tanto estamos en las manos de las empresas que los proveen.

La moraleja que puedo extraer de esta historia es que necesitamos crear una regulación para este tipo de nuevas tecnología que permitan definir responsabilidades y proteger a los más débiles, en este caso los ciudadanos que confiadamente creen en los servicios de estas compañías.

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