Hasta antes de Sir Isaac Newton, la humanidad en su conjunto a pesar de las notorias diferencias entre oriente y occidente, seguía en su gran mayoría temerosa de la ira de Dios, desde reyes hasta esclavos, todos compartían una cosmovisión de ser tan sólo una pequeña pieza en medio de un gran decorado hecho por el creador, cuya voluntad y designios parece indescifrable para la limitada capacidad del entendimiento humano.
Ojo que cuando hago mención de Newton, no estoy diciendo que sea él quien haya iniciado el cambio en la cosmovisión occidental, lo tomo como el representante de una nueva corriente de pensamiento en la cual podemos incluir también a pensadores como Galileo, Pascal o Descartes.
La forma como la cultura popular representa a Newton en el momento que este se inspira para enunciar la ley de gravedad es situandolo debajo de un manzano, viendo caer una manzana y cuestionandose para sí el por qué. Otras manzanas igual de famosas fueron la que ocasionó la guerra de troya (la manzana de la discordia) y la del jardín del eden. Y es que la manzana tiene esa doble naturaleza, puede ser usada para hacer la sidra que es un licor (el mal) o para hacer dulces (el bien).
El redescubrimiento del valor de la razón sobre la fé, algo que griegos y romanos tenian bien en claro, representó una gran transformación para Europa, que dejó en el pasado la religión cristiana como cohesionador de sus sociedades y abrazó decididamente una nueva corriente de pensamiento llamada "Ilustración".
Pero desde que comenzó la Ilustración los logros científicos y tecnológicos poco a poco han ido creando y reforzando el dogma de fé, que todo puede ser racionalizado y todo puede ser explicado. Newton le dió a los intelectuales del siglo XVII la idea de que cualquier fenómeno de la naturaleza puede ser modelado y explicado en base a sencillas reglas que una vez aprendidas pueden servirnos para comprender el universo y usar sus fuerzas para nuestro beneficio.
Los límites de ese pensamiento los encontramos cuando tratamos de ir dentro del átomo, y comenzamos a cuantificar lo desconocido y considerar explicado un fenómeno físico que no comprendíamos, sólo porque un modelo matemático explicaba al menos parte del mismo. Lo peor y más suicida para nuestra sociedad vino cuando tomamos toda esa matemática fuera de contexto y la aplicamos a otras áreas como por ejemplo la economía o el traiding. Creyendo que comprendíamos aquello que en realidad por definición no entendemos y que se basa es suposiciones y observaciones experimentales que sólo serán válidas mienstras otro experimento no contradiga la hipótesis inicial.
Si antes vivíamos en el paraíso de la ignorancia, ajenos a nuestras limitaciones abrazando una fé ciega, en una doctrina formulada por alguien mucho tiempo atras, que explicaba aquello que no entendíamos. Ahora, vivimos en el infierno de la ilusión de creer que comprendemos todo, abrazando igualmente otra fé, en una doctrina llamada ciencia, formulada por alguien hace poco tiempo atras, a la cual no entendemos completamente, pero como nos ofrece "milagros técnicos" creemos en ella a rajatabla.
Realmente en estos dos mil años no hemos avanzado mucho, y como dice Nassim Taleb en un tweet al que llama "corolario a la ley de Moore": "Cada diez años, la sabiduría colectiva se reduce a la mitad". Y si lo pensamos bien, tiene mucha razón. Ya que cada diez años estadísticamente la cantidad de información producida y almacenada por la humanidad se duplica, y dado que nuestra capacidad de comprender y poner toda esa información dentro de un contexto orgánico, incluso con toda nuestra tecnología ayudándonos, no crece en la misma proporción, estamos en la misma posición de Aquiles tratando de alcanzar a la tortuga. Por lo tanto el hecho de acumular más información sencillamente es hacer la lista de pendientes más grande, o el equivalente a que nuestra tortuga se mueva una distancia adicional.
El grave problema es que la gran mayoría cree ahora que comprendemos más sobre el universo o la naturaleza del hombre que nuestros predecesores, y pone una fé ciega en una nueva religión a la que llamamos ciencia, que tiene un clero al que llamamos científicos y que se basa en una doctrina que a lo largo de las últimas década se ha llenado de tantos supuestos, que en el momento en el cual uno sea contradicho, todo la compleja estructura de hipótesis basadas en otras hipótesis nos creará una "crisis de fé" y muy probablemente una crisis social.