El "exito" de los call centers en Lima

El día de ayer mi amigo Alexis, me envío una noticia aparecida en el diario El Comercio, en donde se comentaba el éxito de los call centers peruanos y como estos les estaban quitando mercado a los chilenos basados en "menor costo laboral", lo que es un eufemismo para salarios más bajos. Lo más increible El Comercio nos quiere convencer que los salarios más bajos pagados por los call centers limeños es una ventaja competitiva, que nos está permitiendo crecer más que el promedio de la región, aquí el texto que me llamó la atención:

"Los precios competitivos que ofrecen los call centers peruanos (dado su menor costo laboral, con salarios mensuales de US$270) los ha convertido en una oferta atractiva no solo para España, su mercado natural, y Chile (salarios de US$550), sino también para Argentina (salarios de US$500), donde existen clientes interesados en servicios más económicos, asegura Juan Manuel González, analista del sector comunicaciones de ITC/ Frost & Sullivan."

Si leyeron bien, el hecho de que se pague la mitad por el mismo trabajo que en otros países de la región como Chile o Argentina, nos coniverte en una "oferta atractiva". Al parecer los chinos no son los únicos que creen que el secreto al progreso está en convertir a los trabajadores en esclavos que trabajan sólo por la comida.

Hay cosas que puedo entender, como el hecho de que las leyes laborales peruanas y las autoridadades que deben hacerlas cumplir inspiran tanto respeto como un florero, lo que me resulta difícil de comprender es por que debemos sentirnos contentos de que estó sea así, porque el que escribió este reportaje parece que se ha tomado muy en serio eso de "El Perú Avanza".

Si se supone que el éxito en nuestros tiempos no está definido por tener un gran número de personas en trabajos de baja productividad y por lo tanto de poco salario, sino en tener a la población desarrollando trabajos de alta productividad y por lo tanto bien remunerado. Por ejemplo tomemos a Google, donde la media gana alrededor de $100,000 al año, pero la productividad por empleado es de $1 millones al año. Es decir la proporción entre lo que generas como ingreso para la empresa y lo que ganas como salario es de 1 a 10. Ahora el problema es que si lo que se genera con tu salario es algo de poco valor, tus salarios nunca podrán ir muy lejos.

La única forma de avanzar realmente es a través de una revolución de la productividad en el Perú. Eso sólo sera posible a través de una verdadera educación y no como el pésimo producto llamado "educación pública", que es ofrecido a todos aquellos que no pueden pagar por algo mejor. De está forma en lugar de ver la educación como una forma de reducir la desigualdad tremenda que existe en el Perú y la única inversión que permitiría una revolución de la productividad en el Perú, los gobiernos la ven como una forma de tener entretenida a la población que aún no está en condiciones de trabajar.

Y ojo, esto no es demagogia, ni tampoco que ahora haya decidido ponerme un polo rojo. Por el contrario es sencillamente aplicar una receta probada que ha permitido a países como Japón o U.S.A., dar saltos gigantescos. Pero la educación de verdad requiere altos estándares, selección de los mejores para ser usados como semillas de la siguiente generación (como profesionales que a la vez enseñan lo que aprendieron), supervisión en aplicación de los presupuestos, feedback para ver si se están obteniendo los resultados que se buscan y un compromiso de todos para con el plan.

Obviamente, un cambio tan radical como el que comento líneas arriba no es ni inclusivo, ni igualitario. Aunque si pragmático y probablemente tenga alguna oportunidad de tener éxito. Por el contrario enfocarnos en repartir computadoras a niños del campo o querer que aquellos niños con discapacidades entren al sistema educativo estatal, puede ser muy justo y humano, pero no nos libra que que el 99% cuando termine su eduación sólo encuentre un trabajo de $270 al mes, que es sobre lo que los justos y humanos no dicen ni pio.

Un comentario en «El "exito" de los call centers en Lima»

  1. Los ordenadores sociales (como lápida)

    Cuando IBM y la tecnotrónica a lo Brzezinsky llegaron al Cono Sur
    nuestros padres tenían trabajo, incluso nuestros abuelos tenían trabajo.
    Era ello la Sociedad Industrial (de Owen y Perón).
    Pero aquellos que vinieron nos enseñaron a computar y a predecir stocks y comportamientos,
    a simulacros de realidad matematizada,
    y nos enseñaron a interconectar todo a la red eléctrica y telefónica.
    Microsoft y sus adláteres nos explicaron las ventajas de las hojas de cálculo,
    los textos con corrector ortográfico y los almacenes en bases de datos.
    Apple y sus partisanos de «elite» nos convencieron de las maravillas de la edición
    digital de pobres contenidos culturales, y el retoque fotográfico a lo Adobe Photoshop
    y Jasc Software Paint Shop Pro nos introdujeron en una realidad de película que nos ha
    conducido al Libro de Nuestras Vidas (FaceBook) para que el Gobierno Mundial lo procese
    todo y mejor tras la gran ayuda de Page-Brin, los jewish de Google Inc.

    Nosotros crecíamos con los ojos cerrados (los ojos que el dólar nos cerró),
    mientras nos mostraban lo bueno, desestresante y habilidoso de jugar videojuegos.
    Entonces llegó Linux, los mp3 y mp4, móviles y portátiles, pero era tarde,
    la sociedad Pos industrial y el desempleo habían llegado a la periferia para quedarse,
    como ahora han llegado al centro del mundo.
    Entonces intentamos entre sistemas monolíticos y de microkernel capitalistas abrir los
    sentidos y cerrados ojos ante el código del software que todo lo echa a andar, la más
    moderna gasolina que nos convierte en máquinas de nuestras máquinas a decir de Galeano.

    Ya teníamos la IBM PC en casa y ellos se habían llevado las fábricas al lejano
    Oriente, Videla y Menem mediantes. Luego de 2011 no volverán tampoco, pues en el
    mismo lugar donde están serán enterradas, palancas y palancas financieras mediantes.

    pequeño homenaje a Michel Foucault, a 25 años de
    su deceso por una extraña enfermedad quitadefensas que el mono blanco fabricó.

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