En la película Wall Street de 1987, un aún joven Michael Douglas encarna al "nuevo empresario norteamericano" (Gordon Gekko), quien no crea nada pero posee todo. Aquí tal vez la escena que puede resumir la película:
La transcripción del monólogo es esta:
"The point is, ladies and gentleman, that greed – for lack of a better word – is good. Greed is right. Greed works. Greed clarifies, cuts through and captures the essence of the evolutionary spirit. Greed, in all of its forms – greed for life, for money, for love, knowledge – has marked the upward surge of mankind. And Greed – you mark my words – will not only save Teldar Paper but that other malfunctioning corporation called the USA. Thank you very much."
Mi traducción es la siguiente:
"El punto es damas y caballeros que la codicia (a falta de una mejor palabra) es buena. Codiciar está bien. Codiciar funciona. Codiciar clarifica, penetra y captura la esencia del espíritu evolucionista. La codicia, en todas sus formas, la codicia por la vida, por dinero, por amor, el conocimiento, ha marcado la tendencia ascendente del género humano. Y la codicia (recordaran mis palabras) no sólo salvará Teldat Paper sino también a esa otra corporación en problemas llamada los Estados Unidos. Muchísimas gracias."
Esta es una pequeña introducción para mi comentario sobre una nota aparecida en Bloomberg News, que bajo el título "Soldado no pueden recordar que cursos lleva en universidad que buscan utilidades", nos informa como un conjunto de reglas obtusas han permitido a instituciones educativas privadas con fines de lucro otorgar diplomas universitarios a militares en actividad, sin que estos siquiera recuerden que cursos están tomando a distancia. Todo esto en perjuicio de los contribuyentes que subsidian hasta con $4,500 por año la pensión estudiantil. Según algunos estimados el dinero gastado por el estado en estos subsidios desde el año 2000 podría llegar a U.S.$ 3,000 millones.
En teoría no habría problema de que un militar en actividad tomara cursos para luego de terminado su servicio activo pueda buscar un trabajo bien remunerado. Lo anterior es especialmente cierto en una sociedad de alta competitividad, donde las destrezas adquiridas son el factor del éxito laboral. Sin embargo estas universidades particulares están más enfocadas en marketear sus productos que en ofrecer un servicio de calidad, llegando a situaciones realmente extremas. Por ejemplo el hecho de que se admitan a soldados con daño cerebral, como es el caso de marine James Long, que actualmente lleva cursos en Ashford University, pero no puede recordar que cursos esta tomando.
Es más gracias a muy flexibles reglas para la enseñanza a distancia de militares en actividad un "Associate’s degree", que usualmente toma 2 años de estudio, es otorgado en sólo cinco semanas. La calidad de dicha enseñanza es por decir lo menos dudosa. Pero los militares se prestan a este juego ya que el obtener un grado académico es necesario para poder ascender en el escalafón institucional.
Sin embargo aquellos que han querido utilizar sus títulos ganados a distancia (por lo general usando Internet) para obtener un trabajo se han dado cuenta de que son rechazados por las empresas. Esto ha llevado a muchas quejas y la apertura de algunas investigaciones, sin embargo aún siguen operando este tipo de universidades.
Pero este caso de los militares no es único, lo mismo ocurre con casi toda actividad que la dejemos a la buena de Dios y que sea el mercado quien se "auto-regule". Basta ver el gran desastre financiero al que nos han conducido estos amantes de la libertad absoluta e irrestricta en mercados financieros. Si aplicáramos ese principio de que es el mismo mercado quien debe regular, entonces por ejemplo deberíamos dejar de prohibir por ejemplo la comercialización de drogas o la prostitución infantil. Es más para que tener semáforos en las calles si cada uno maneja en su propio interés el resultado sería un tráfico más fluido si sacáramos todas las regulaciones de tránsito.
Realmente, ¿es buena la codicia?. Al parecer con ejemplos como la explotación de los militares por instituciones educativas inescrupulosas, más interesadas en obtener grandes beneficios que en proveer una educación que les sirva para luego de que sus educandos terminen su servicio activo en las fuerzas armadas. O bancos que prestan alegremente dinero a personas sin verificar más allá de toda duda que estos pueden realmente devolverlo. Me parece que la idea de que la codicia es buena no suena tan tentadora como sonaba en los noventas. ¿Qué opinan?