En la revista ITWorld, la semana pasada, ha aparecido un artículo con el mismo título que el de éste post. Es conocido por todos la afinidad y casi devoción de ITWorld por Microsoft, pero ésta vez han tocado un punto que me parece interesate y que poniendo pasiones a un lado puede ser realidad. Don Reisinger, quién escribió el artículo, trae a la memoria los días en que un reberlde Bill Gates se enfrentó a la todo poderosa IBM que deseaba imponer su hardware (PS/2) y so software (OS/2) a la comunidad de usuarios de PC, y Microsoft siguió ofreciendo su producto MS-DOS para el hardware PC abierto, y hasta ofreció un entorno gráfico Windows 3.0 que podía correr en PC’s de bajo costo. Con el transcurrir del tiempo ese innovador empresario se terminó convirtiendo en el malevolo emperador que gobierna de forma despiadada el mundo PC.
Reisinger también sostiene que el secretismo y la defensa a ultranza de la propiedad intelectual no es exclusivo de Microsoft, que tanto Apple como Google lo han hecho con sus productos. Apple ha sido desde sus inicios una empresa con vocación monopólica, su arquitectura es incompatible y cerrada, sólo Apple y sus partners pueden desarrollar hardware para el equipo y suelen implantar estándares diferentes para siempre mantener a sus usuarioa alejados de los productos de bajo precio del mercado. En lo personal yo nunca he sido fanático de Apple, incluso cuando existían las Apple II, que eran muy caras yo tenía una modeste y mucho más económica TRS-80 Color Computer, que me parecía mucho mejor computadora que una Apple II.
Lo que me sorprendió, es que Reisinger me recordó que incluso el tan adorado Google, la empresa que dice que no es mala, tiene una patente para proteger su algoritmo de Page Rank (PR), que es el usado para indexar las páginas web en su buscador y que ha sido el secreto de su éxito. Además de que protege su algoritmo PR con un velo de secreto.
Basado en las premisas anteriores es que Reisinger concluye que algún día, los dos titanes de la innovación de hoy, se terminaran convirtiendo en los odiados emperadores del nuevo orden que se establezca, concluyendo su artículo con la frase: "es triste pero es cierto".