El pensamiento mágico

Estamos a mitad de Julio, un día como hoy hace 31 años Jimmy Carter dirigió a la nación el famoso "Discurso del malestar", en el cual nos advirtió:

"Nos encontramos en un punto de inflexión en nuestra historia. Hay dos caminos para elegir. Uno de ellos es el camino sobre el cuál les he advertido esta noche, el camino que conduce a la fragmentación y al egoísmo. Por ese camino se encuentra una idea equivocada de libertad, el derecho a tomar para nosotros alguna ventaja sobre los demás. Ese camino sería uno de constante conflicto entre intereses egoístas que termina en el caos y la inmovilidad. Es un camino al fracaso."

Luego de 31 años, hasta el más fervoroso seguidor de Ronald Reagan tendría que admitir que Carter estaba en lo correcto, y la famosa frase "Es mañana en América", era lo que en latinoamérica llamamos pensamiento mágico. Es decir creer que un cambio en la política económica o las decisiones audaces de un presidente podría eximir a toda la población de tomar su parte de resposabilidad en un problema que no era fácil de resolver y requería no sólo el sacrificio de cada uno de los miembros de la sociedad, sino el cambio en la forma de ver el mundo y como nos relacionamos con él.

Hoy día, la economía americana parece una vieja estrella de rock, que necesita cada vez más mayores dósis de drogas para poder salir al escenario cada noche. La economía americana se ha vuelto adicta al dinero barato y los estímulos gubernamentales, hoy JP Morgan ha anunciado ganancias espectaculares, lo que no dirá es cuanto dinero ha tomado prestado de la Reserva Federal a un interés casi cero para apalancar arriesgados negocios en la bolsa. El número de solicitudes de desempleo ha disminuído hoy según el Departamento de Trabajo, pero nadie dice nada de los 9.2 millones de personas que no encuentran trabajo y no pueden conseguir uno por la poca disponibilidad de los mismos. En medio del rally de hoy, nadie recordará que el 61% de las personas que aún tienen un trabajo quedan cortos antes de llegar a fin de mes, un tendencia que se viene acelerando en los últimos dos años, según comenta CNBC.

En el rally de hoy todos hablarán del espectacular crecimiento de las exportaciones japonesas que han hecho aumentar sus proyecciones de crecimiento del PIB al Banco de Japón al 2.4% (un aumento del 40%), pero muy pocos hablarán de que la crisis inmobiliaria tanto en Estados Unidos como en Europa no parece haber tocado fondo aún, con lo que la reducción del poder adquisitivo en los países desarrollados en los próximos años parece garantizada. Un dato interesante en este sentido es que la Asociación de Banqueros Hipotecarios de Estados Unidos ha reportado que las solicitudes de préstamos para compra de vivienda ha caído a su nivel más bajo en los últimos 13 años.

Como decía el primer día de este mes, no me sentiría sorprendido por un rally en Julio, los mercados bursátiles ya hace mucho que no reflejan a la economía real, la cual como la misma Reserva Federal ha dicho necesitará al menos cinco años para volver a sus niveles anteriores. Entendiendo por economía real a la que envuelve a la gran mayoría de la población que habita este planeta, como dice Santiago Niño Becerra, hace mucho que el aumento de la productividad ha permitido que el aumento del PIB no esté ligado a un aumento de la demanda del factor trabajo. Por lo tanto estos rallies no son más que los cambios de ánimo de un reducido grupo de seres humanos que ven el mundo de una manera radicalmente diferente a como el resto lo vemos.

Que recomendaría, porque como muchos de los críticos a Niño Becerra apuntan, no hay mérito en diagnosticar, sino que hay que saber dar soluciones. Pues bien aquellos que tienen algo de dinero ahorrado les recomendaría rebalancear sus ahorros entre futuros en commodities y oro/plata física. A los demás, si es que aún tienen crédito usarlo para asegurar algún activo que preserve valor (una casa en una ciudad no entra en esta categoría).  Luego si ya no se tiene crédito, ni ahorros, ni trabajo, pues ciertamente no se que consejo dar, me quedo sin palabras incluso de consuelo que ofrecer.

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